
Como si de un gusano de seda se tratase, la selección española de fútbol ha sufrido una metamorfosis en el último lustro para volver a ser un equipo campeón. Y todo este cambio Isco lo ha visto desde fuera, como ese niño que presencia la bella transformación del insecto que come hojas de mora en una bella mariposa.
Hace ya seis años desde la última vez que el de Arroyo de la Miel se vistió de corto con la Roja en el que sería su último partido de un largo parón que ha terminado con la llamada de Luis de la Fuente a las filas de la absoluta. Una lesión al final de temporada le privó el verano pasado de haber entrado en la convocatoria para una Eurocopa en la que España salió como campeona.
El 10 de junio de 2019, en el verano de prepandemia, Isco jugó sus últimos 90 minutos con España, fue ante Suecia en el Bernabéu, en el que por entonces era su estadio, aún era jugador del Real Madrid. El malagueño era un indiscutible en los planes del por entonces seleccionador de transición Robert Moreno.
Aquel día, España disputaba ante los nórdicos un encuentro de clasificación para la Eurocopa de 2020 e Isco era una parte crucial es esa medular de un equipo que estaba en plena transición entre dos generaciones. De aquel día, quedan en el combinado nacional Fabián, Morata, Oyarzabal y, ahora, el propio Isco.
Precisamente, de los cuatro, solo el malagueño y un joven Fabián, entonces tenía 23 años, fueron titulares. Mientras, los dos delanteros salieron desde el banquillo en la segunda parte y fueron trascendentales para la victoria por 3-0 ante los suecos.
La difícil transición de estilos
Un ‘once’ en el que aún estaba muy arraigada aquella manera de jugar que se había heredado de la mejor generación del fútbol español que logró Eurocopa, Mundial y Eurocopa de manera consecutiva, algo al alcance de muy pocos, y donde primaba, por encima de todo, el gusto por el juego de toque y la posesión.
Una manera de entender el fútbol que comenzó Luis Aragonés en aquella Eurocopa de 2008 y que perfeccionaría luego Del Bosque con aquellos ‘locos bajitos’ que deslumbraron a todo el planeta fútbol. Pero como todo en la vida, hay un principio y un final.
La llegada de Luis Enrique al banquillo de la Roja en verano de 2018 suponía la llegada de aire fresco para hacer esa transición entre estilo y generaciones que tanto necesitaba España para volver a la senda de los campeones, pero la enfermedad y posterior muerte de su hija menor, le hizo apartarse forzosamente temporalmente del proyecto apenas un año después de haberse puesto al frente.
Hasta su regreso, en noviembre de 2019, Robert Moreno se puso al cargo de un equipo que generaba muchas dudas en su juego, que se volvió previsible y, sobre todo, poco incisivo de cara a la meta rival. Luego, llegó la Euro de 2020, donde la idea de Luis Enrique empezaba a tomar forma, con una España que comenzaba a asumir su filosofía, juego más directo y presión tras pérdida, aunque aún le faltaban jugadores de una nueva manera de hacer las cosas.
Lamine y Nico, una generación incipiente que lo cambió todo
Aquella Eurocopa fue de transición entre un nuevo estilo y una nueva generación que se abría paso y que dejó a España a las puertas de la final. La Roja cayó en los penaltis ante Italia en las semifinales.
Una metamorfosis que terminó de completarse con la llegada de Luis de la Fuente y, sobre todo, con la irrupción de una generación incipiente que se ha abierto paso antes de tiempo, con Lamine Yamal y Nico Williams como máximos exponentes.
Los dos jugadores han aportado esa nueva visión tan necesaria que necesitaba España para volver a ser campeona. La virtud dejó de estar en el centro y pasó a los extremos, en una fórmula parecida que ya dispuso Del Bosque como alternativa en 2010 con Pedrito y Navas cuando la cosa se quedaba atascada con el ‘tiqui-taca’.
La presión tras pérdida y la incisión de los extremos que han devuelto a la senda de los campeones a la selección española, una forma de entender el fútbol que Luis Enrique también ha elevado esta temporada con su PSG, el nuevo y también flamante campeón de Europa de la máxima competición de clubes.